SoftRAM, el mayor fraude informático de la historia
En 1995 lo que se estilaba era que los muy pocos ordenadores existentes tuvieran Windows 3.1 en lo que llegaba el mencionado Windows 95 (campaña de iniciación de la nombrada Jennifer Aniston, por cierto). Una época complicada para la informática en su desembarco doméstico masivo, que tenía muchos problemas. Uno de ellos es el que nos ocupa hoy: el alarmante problema de la escasa memoria RAM: era muy necesario aumentarla, tenía una alta demanda, y era muy cara. Escenario perfecto para que aparecieran los buitres.
El primero de ellos fue RAM Doubler, que prometía duplicar la memoria RAM disponible en Windows a través únicamente de software, sin necesidad de hardware. Esto, en 2016, nos puede parecer casi un mal chiste que no podría vender ni una copia en el mercado. Pero recordemos que en 1995 y años posteriores era habitual ver llegar a un familiar asegurando que un amigo le iba a conseguir todo Internet en tres o cuatro diskettes de 3,5 pulgadas, los de 1.44 MB. Qué época tan buena.
El caso es que a RAM Doubler, que además no se cortaba para nada con su nombre, le acompañaron alternativas que dieron continuidad a esta "industria", como MagnaRAM y Hurricane. Pero el verdadero caso de estudio fue el de SoftRAM, que con la misma promesa de duplicar RAM vía software llegó a vender 600.000 copias. Y cada una costaba 80 dólares...
Softram95
Lo cierto es que SoftRAM llegó al mercado en mayo de 1995 -- meses antes del lanzamiento de Windows 95. Pero encontró en este sistema su punto dulce de ventas, y dirigía específicamente a sus usuarios sus ventas, ya que suponía un salto respecto a 3.1 equivalente a tener que usar un mínimo de 4 MB de RAM, y 8 MB de forma recomendada. Los hechos, que suelen ser letales con los charlatanes, aparecieron en forma de pruebas técnicas independientes que desmontaron por completo su funcionamiento: SoftRAM no tenía ningún efecto en el sistema. Simplemente ninguno.
Syncronys, la desarrolladora de SoftRAM, tuvo que recular... y lo hizo borrando del embalaje la referencia a Windows 95, dejando únicamente la que apuntaba a Windows 3.x. El problema es que cuando se repitieron las pruebas con Windows 3.1, las conclusiones fueron las mismas: SoftRAM borraba magistralmente ochenta dólares de la cuenta bancaria de su comprador, pero a su ordenador no le afectaba lo más mínimo.
"No fue la primera ni la única, pero SoftRAM fue la que más éxito comercial logró, y por tanto la cabeza visible, también cuando llegaron los malos tiempos"SoftRAM fue la cabeza visible de aquella generación de compresores y duplicadores de RAM vía software, pero lo fue gracias a su popularidad en el mercado, a sus sorprendentes cifras de ventas. El resto de compañías que le acompañaron en la breve aventura de esta subindustria salieron incluso peor paradas: MagnaRAM directamente ralentizaba ordenadores.
La mayoría de los errores en un PC con Windows 3.x tenían su origen en el llenado del primer megabyte de memoria RAM. Windows necesitaba ocupar un trozo de esa memoria por cada aplicación que arrancaba. Algunas herramientas prevenían que otros procesos dieran este uso, dejando más espacio para otros programas. Eso fue una técnica habitual para la mayoría de herramientas de optimización.
Otra técnica corriente era la de aumentar el tamaño del archivo de paginación de Windows, algo bastante asequible de realizar para cualquier usuario de forma gratuita y sin herramienta alguna, pero que como era costumbre, muchos creaban atajos y sacaban partido de ello.
SoftRAM también aseguraba aumentar la memoria virtual disponible comprimiendo los bloques alojados en el archivo swap del disco duro, reduciendo además el número de lecturas y escrituras en ese fichero swap.
La demanda de la FTC
La FTC (Federal Trade Commission, agencia estadounidense encargada de la protección del consumidor) terminó interponiendo una demanda a Syncronys en vista de la ausencia de una base razonable para el funcionamiento de su producto.
Tras esta demanda, aprobada por la comisión de forma unánime, Syncronys fue vetado para continuar con la comercialización de SoftRAM en las condiciones que lo hizo hasta la fecha, al menos hasta que presentara pruebas científicas que corroboraran los resultados que prometía.
Syncronys acabó aceptando esta resolución y se comprometió a devolver el dinero del producto a todos los compradores que lo reclamaran. Por el camino, casi 48 millones de dólares en ventas de un producto que simplemente jamás llegó a funcionar como prometían. La informática de los noventa en todo su esplendor.