6 cosas que están en vías de extinción gracias a Internet
Muchas partes de nuestras vidas actuales se encuentran ligadas directa o indirectamente con Internet y muchas de las cosas que hacíamos décadas atrás, cotidianamente, han pasado a ser algo extraordinario por su excepcionalidad. Como también han pasado a serlo objetos que no hace mucho convivían diariamente con nosotros y de un día para otro han dicho adiós o se han quedado en un segundo plano.
Los SMS como forma de comunicación habitual
En los tiempos que corren, es inevitable echarse a reír cuando una operadora pretende colarnos una tarifa con la increíble virtud de tener mensajes de texto gratis e ilimitados. En los 90 hubiese sido una genialidad, pero en pleno 2016, es casi una broma de mal gusto si no somos una persona ajena a la tecnología y los planes de datos. Los SMS, con la llegada de Internet y sobre todo de los teléfonos móviles con buena conexión, han tenido que marcharse al cajón de lo vintage.
Aplicaciones como WhatsApp o Telegram los han condenado al ostracismo y solamente les queda, muy meritoriamente, la función de brindarnos códigos de verificación de servicios online, informarnos del envío de un paquete o servir de notificación para enterarnos de que se nos están acabando los datos, por ejemplo. Lo de mensajearse compulsivamente ya no es lo que era.
Los periódicos o revistas en papel como principal vía de información
Periódicos y revistas en papel continúan vendiéndose, pero ya no los compramos como antes. Conforme las conexiones a la red se han ido popularizando, la forma en que las personas se informan ha ido cambiando. Si antes uno se acercaba al quiosco y se compraba un diario, ahora se siente frente al ordenador o saca su móvil del bolsillo, y accede a su medio favorito o bucea entre enlaces que encuentra en las redes sociales.
Al igual que la televisión y la radio influyeron en su momento en la situación de la prensa escrita tradicional, con las posibilidades infinitamente más abiertas de la red el consumo de información muta.
La correspondencia entre personas
Parémonos a pensar detenidamente unos instantes. ¿Cuándo fue la última vez que abrimos nuestro buzón y encontramos en él una carta que no sea ni una factura, ni publicidad, ni una notificación de alguna administración pública? Seguramente mucho. Y si no, seguramente fuese una excepción.
Las cartas han quedado para temas oficiales, para facturas —aunque cada vez más se van imponiendo las electrónicas— y otro tipo de avisos que poco tienen que ver con mantener una comunicación entre dos personas sobre asuntos más o menos personales. Internet y el correo electrónico, son los grandes responsables.
Los videoclubs y el alquiler de películas en físico
finales del siglo pasado el negocio de los videoclubs era rentable. Era un sector pujante, los establecimientos abiertos en cada ciudad se contaban por decenas y los fines de semana se llenaban de usuarios en busca de películas que disfrutar. Eran la alternativa a las salas de cine y sus precios eran populares.
Pero el escenario cambió con la democratización de los ordenadores primero y de las conexiones a Internet relativamente rápidas después. Todo el mundo demandaba equipos con grabadora de DVD, las copias caseras se hicieron comunes y más tarde las descargas mediante P2P se extendieron. En apenas unas décadas los videoclubs dijeron adiós.
El fax y parte de sus envíos
La telecopia, como también es conocido el fax, era lo más parecido a enviar una imagen adjunta en un correo electrónico que se tenía años atrás, antes del triunfo de la tecnología digital, e inicialmente fue un elemento imprescindible en las redacciones de los periódicos. Y como todo, se popularizó, y con el tiempo la mayoría de empresas y no pocos particulares adquirieron uno.
Sin embargo, con la llegada de Internet y el e-mail, el envío mediante señales eléctricas a través del sistema telefónico de documentos e imágenes ha caído en desuso hasta circunscribirse a ámbitos muy concretos. Ejemplo es el de las compañías aseguradoras, el sector bancario, el energético o el judicial, por entre otros motivos la validez jurídica que se le suele otorgar a este tipo de comunicación
La censura total
Sin Internet, hace unos años, vivir en un país gobernado de forma autoritaria, con la censura inmiscuyéndose en cualquier asunto, era tener sin mucha alternativa posible una venda en los ojos informativamente hablando.
Desgraciadamente, esto todavía es así en muchos lugares del planeta, pero gracias a Internet, las personas que disponen del equipamiento adecuado pueden acceder con relativo éxito —mediante tecnologías como Tor— a contenidos prohibidos en sus territorios. Un pequeño aunque insuficiente avance.
Otros métodos de saltarse en parte o totalmente la censura son emplear proxys reconfigurados, usar redes privadas virtuales, utilizar los servicios de un proveedor de Internet no restringido de un país vecino o modificar los servidores DNS. Este último método, por ejemplo, fue el empleado por los turcos para saltarse el bloqueo de Twitter en su país antes de las elecciones municipales del año 2014, publicitando las DNS públicas de Google 8.8.8.8 y 8.8.4.4. Funcionar, funcionaba.