Así fue la trastienda de la película "Snowden" el hacker de la CIA
Poco parecía quedarle al cine por decir sobre Edward Snowden después de Citizenfour, el deslumbrante y premiado documental con el que Laura Poitras se aproximó a la clandestina intimidad del informante rebelde estadounidense y registró su denuncia de una conspiración de vigilancia digital de proporciones estremecedoras. Pero Oliver Stone retoma y redobla la apuesta en términos de biopic ficcional en Snowden, filme que tiene al conocido Joseph Gordon-Levitt en el rol del tímido pero implacable especialista informático actualmente refugiado en Moscú (Rusia).
Acostumbrado a dirigir thrillers políticos que desacreditan el establishment estadounidense (JFK, Wall Street), Stone era un candidato predecible para hacer Snowden, aunque fue la película en este caso la que lo buscó a él: mientras el director lamentaba su fracasado proyecto de recrear la vida de Martin Luther King (al que se adelantó la oscarizada Selma), el abogado de Snowden en Rusia, Anatoly Kucherena, le ofreció hacer una película de su novela, Time of the octopus (El tiempo del pulpo), una narración de tintes orwellianos inspirada en la historia de su cliente.
Stone tomó el encargo, pagándole un millón de dólares a Kucherena por los derechos del libro (dato filtrado irónicamente en WikiLeaks) a cambio de tomar contacto directo con Snowden. Lo que en un principio parecía imposible se hizo costumbre: el realizador visitó nueve veces al especialista tecnológico en Moscú a lo largo de dos años, dialogando con él ya consciente de que no iba a adaptar la novela del abogado sino representar la biografía verídica de Snowden en la pantalla.
Así, Snowden parte del presente reciente en que el estadounidense adoptó como confidentes secretos en Hong Kong a los periodistas de The Guardian Glenn Greenwald (Zachary Quinto) y Ewan MacAskill (Tom Wilkinson) y la documentalista Laura Poitras (Melissa Leo) para volver atrás al comienzo de la década de 2000, cuando él se formaba en el Ejército y después como experto en seguridad informática en la CIA y más tarde en la NSA (Agencia de Seguridad Nacional).
Con el arrepentimiento patriótico (que recuerda al temprano filme de Stone Nacido el 4 de julio, donde Tom Cruise componía al veterano de guerra activista Ron Kovic) acontece su salida de los Estados Unidos y la divulgación de un escandaloso sistema de cibervigilancia masivo que comprometió al Gobierno estadounidense. Su realista y extrovertida novia Lindsay Mills (Shailene Woodley) cumple un rol clave en esa instancia escapista y solitaria, haciendo las veces de sostén afectivo, moral y humano del perseguido y atribulado Snowden.
El halo paranoico contagió a la producción de Stone, de la que no quisieron hacerse cargo las grandes distribuidoras estadounidenses ni multinacionales en un vergonzoso ejercicio de autocensura. Además, el director tomó precauciones extremas: escribió el guion en una computadora sin conexión a internet, imprimió varias copias, mezcló las hojas y las envió a distintas direcciones, de donde alguien debía recolectarlas, reordenarlas y entregarlas a mano.
Caballero blanco
A su modo, Gordon-Levitt calza con conocimiento de causa en el papel de Snowden, como bien describe un perfil reciente en The Guardian (mismo medio al que el informante confió información clasificada): el abuelo del actor fue un director apuntado en las listas negras de Hollywood, sus padres eran intelectuales judíos que se conocieron en una radio de izquierda y él mismo dirigió un documental autofinanciado sobre el movimiento Occupy.
Pero fue sobre todo su aspecto pálido, delgado y tranquilo lo que convenció a Stone de que era el indicado. Al fin y al cabo Snowden es también un retrato: “Él es un boy scout –dijo Stone–. Es recto y contenido. Tuvo una sola mujer en nueve años. No bebe ni toma drogas ni fuma. No tiene otro vicio más que el de sentarse frente a una computadora, lo que podría tomarse como limitación emocional. Es introvertido y tímido como mucha gente lo es. Es agradable y educado. Tiene epilepsia, cuestión que en el filme puede ser interpretada como la razón de su estrés. Los que me acusan de pintarlo como un caballero blanco no lo conocen personalmente”.
En tiempos de Black mirror y big data, Snowden alimenta la noción de una reactualización de las sociedades totalitarias y del espionaje internacional. Stone: “Todo va hacia una gran colectora de datos. Quién puede negar que algún día un presidente no asumirá y perseguirá de manera retroactiva a los que piensan distinto. Tengo la sensación de que ya nada es privado. Y eso incluye la vida sexual. Le pasa a Snowden en la película. Tiene la idea de que lo pueden estar observándolo a él y a su novia a través de su webcam. Lindsay le dice: ‘¿Qué queda por esconder?’. Y él le responde: ‘Todos ocultamos algo’”.