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Así será la primera Aldea Hippie 2.0

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En la aldea alemana Patrick Henry Village hay dos colegios, una bolera, una biblioteca, un pequeño cine, una clínica dental y una oficina de correos, pero hace tiempo que no quedan alumnos, jugadores, lectores ni espectadores en sus edificios. La población, ahora desierta, era una base militar estadounidense levantada por la Armada en 1947.

Desde su abandono definitivo, las autoridades teutonas han estado estudiando qué hacer con las calles y construcciones vacías para revitalizar la zona sin convertirla en una mera área residencial. Si el objetivo es transformar completamente el entorno, ¿por qué no convertir la antigua base militar en una comuna ‘hippie’ versión 2.0?

Una idea que surgió cuando el arquitecto italiano Carlo Ratti y sus colegas se preguntaron cómo adaptar el concepto tradicional de este tipo de agrupación social a la era de las comunicaciones y la tecnología.

Al equipo no le costó demasiado dar con numerosos ejemplos modernos de interconexión y colaboración entre personas. En la última década, gracias a internet y las redes sociales, “encontrar a alguien que comparta tu manera de pensar en cualquier parte del mundo se ha convertido en algo extremadamente fácil”, indica el arquitecto. Por otro lado, los nuevos servicios basados en la economía colaborativa “unen a la gente, convirtiendo las conexiones digitales entre usuarios en reuniones reales y nuevas formas de convivencia”, prosigue Ratti. Su diseño urbanístico engloba todos estos conceptos para “reflejar ese nuevo espíritu comunal, gobernado por la economía colaborativa y las relaciones virtuales”.

La idea es transformar la antigua base militar en un barrio suburbano plagado de centros tecnológicos, espacios para ‘makers’ y, por supuesto, viviendas que se comparten en régimen de ‘coliving’. “En los edificios residenciales hemos aumentado el espacio dedicado a las instalaciones comunes, que pueden reservarse ‘online’ individualmente o por grupos”, explica el italiano. Entre el 30 y el 40 % de la superficie interior de los bloques está ocupada por salas de ‘coworking’, cocinas colectivas y estancias destinadas a reuniones. Los apartamentos son pequeños, “especialmente aquellos reservados para turistas o personas que vayan a vivir en la comuna por un periodo corto de tiempo”, detalla Ratti.

Los espacios muertos entre edificios, destinados, según el plan urbanístico de los 50, a zonas de aparcamiento y vías secundarias, reciben también nuevos usos. En la Comuna Patrick Henry, cualquier superficie, por reducida que sea, es susceptible de convertirse en un espacio de colaboración para albergar “desde invernaderos donde plantar huertos urbanos hasta instalaciones deportivas, pasando por ‘fablabs’ y cualquier híbrido entre los anteriores”, enumera Ratti.

A pesar de todos los planteamientos rupturistas, apenas habría que levantar construcciones nuevas: “Nuestro objetivo es mantener el carácter original del sitio, inyectándole un nuevo uso”, dice el arquitecto. Describe el proceso de transformación de lo que denomina un “suburbio estadounidense trasplantado en el corazón de Europa” como un “experimento de ‘hacking’ urbano”.

Como no podía ser de otra manera, las ‘startups’ juegan un papel fundamental en el proyecto y tienen un lugar especialmente reservado en los edificios. El mismo en el que Steve Jobs, Bill Gates y otros magnates comenzaron sus andadas tecnológicas. “Nos encanta la idea de transformar los garajes para coches de los 50 en garajes contemporáneos para ‘startups’”, asegura el italiano.

Todo está pensado para que los hipotéticos habitantes de este peculiar barrio promuevan la creación de pequeños negocios y actividades económicas, pero la comuna no viviría aislada del resto del mundo. “Las personas podrían trabajar dentro y fuera de sus límites, por ejemplo, como empleados en los centros científicos situados en el área metropolitana de Heildelberg”, señala el arquitecto.

Pero la visión tecnológica y colaborativa de Ratti se extiende a todos los ámbitos de la vida. “La gente intercambiaría cualquier tipo de bienes en plataformas digitales”, explica. Utilizarían aplicaciones y servicios como los que ofrecen actualmente Airbnb, Uber, Evenbrite y otras empresas basadas en la economía colaborativa. “El sistema estaría basado en la confianza mutua”, sostiene el italiano.

Con la cultura digital como patrón dominante en la agrupación, cabría pensar que los pobladores de la comuna tendrían que ser ‘millenials’, pertenecer al universo ‘maker’, desarrollar aplicaciones o trabajar en una ‘startup’. Sin embargo, el arquitecto dice que su proyecto está abierto a cualquier tipo de persona, siempre que acepte los principios de la economía colaborativa. La población “podría ser una mezcla de nativos del lugar y habitantes internacionales”, describe el italiano. Lo ideal sería integrar al menos a una parte de la población local, como los profesionales que se trasladan desde otras localidades del Distrito de Rhine-Neckar para trabajar en las instalaciones y centros de investigación ubicados en Heidelberg y ciudades vecinas. “La comuna fomenta la inclusividad, ofreciendo opciones de vivienda asequibles”, indica Ratti.

Aunque muchos quisieran vivir ya en una Comuna Patrick Henry, ya sea en Alemania o en cualquier otra parte del globo, todavía hay que esperar para saber si el original proyecto se hará realidad en el futuro. La idea es solo una de las propuestas para transformar la abandonada base militar y los responsables de la IBA todavía deben decidir qué iniciativas pondrán en marcha. Según Ratti, esto sucederá en los próximos cinco o diez años

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