El cine se democratiza gracias a la tecnología
El equipo de John Lasseter marcó un hito en la historia del cine con el estreno de ‘Toy Story’ en 1995. Una película de animación no era una novedad, pero el vaquero Woody y su compañero espacial Buzz Lightyear parecían cobrar vida en las pantallas con un realismo y una calidad nunca vistos. El primer largometraje de Pixar y el primero generado íntegramente por ordenador se convirtió en la cinta más taquillera de aquel año a pesar de estrenarse en noviembre.
El tiempo y los avances han convertido a los efectos digitales sin precedentes de los 90 en antepasados, casi prehistóricos, de todo lo que vino después. Y lo mismo ocurrirá con los actuales gracias a la evolución de los programas, procesadores y máquinas utilizados para crear efectos digitales.
Aunque las grandes producciones seguirán asociadas a cifras millonarias, se prevee que la tendencia democratizadora continuará en el futuro debido a la proliferación de especialistas nóveles, la comercialización de nuevas aplicaciones más intuitivas y el lanzamiento de soluciones de ‘hardware’ cada vez más potentes que encarecen a sus predecesoras.
En cuanto a la evolución de las herramientas, un ejemplo es Photoshop, programa propietario que en sus comienzos era casi la única opción para editar fotografías de forma profesional y que solo los expertos sabían manejar. Hoy, más de dos décadas después de su lanzamiento, existen otras soluciones más baratas, algunas gratuitas y ‘online’. Este es el horizonte futuro, aunque la creación de efectos digitales se encuentra todavía en un punto intermedio: “El ‘software’ sigue siendo bastante especializado, aún para expertos”, pero la realidad virtual (VR) va a contribuir a que los programas sean más fáciles de usar.
En unos años, “casi cualquier persona va a poder crear mundos virtuales, contenidos, secuencias con gestos de las manos o con órdenes pronunciadas en voz alta” gracias a los sistemas de reconocimiento de voz, de gestos y la VR integrados en las aplicaciones. “La idea es que los creativos no tengan que aprender a manejar programas muy complejos, sino que los puedan usar de manera intuitiva, sin ratón ni teclado, desde dentro de un entorno virtual”, aclara Víctor Gonnzález, fundador de la empresa Next Limit. “El objetivo es que no nos demos cuenta de que hay máquina porque estemos dentro de ella”. Según este experto, es solo cuestión de tiempo: unos cinco o diez años.
Grandes estudios como Pixar, Dreamworks o Lucasfilm disponen de granjas de servidores con GPU dedicadas exclusivamente a crear sus películas, pero no todas las empresas tienen la posibilidad de mantener este tipo de instalaciones con costes energéticos desorbitados. Afortunadamente, una vez el futuro se convierta en presente, instalaciones en la Nube ofrecerán la posibilidad de procesar las imágenes con estos potentes motores desde casa, a un precio mucho más bajo e incluso en tiempo real.
En la película ‘El curioso caso de Benjamin Button’,los expertos de los estudios Digital Domain crearon moldes de silicona de la cara de Brad Pitt con diferentes edades, los fotografiaron con un sistema llamado Light Stage para convertirlos en rostros virtuales, confiriéndoles los movimientos faciales del actor, grabados con anterioridad. Esto en el caso de los protagonistas, pero “los actores secundarios no serán reales”, asegura González. Los productores no tendrán que contratar a tantos intérpretes, los tendrán en un banco de imágenes generadas por ordenador.
La creatividad, la parte realmente gratuita, “está ganando fuerza”, según González, e imponiéndose a las barreras económicas que comienzan a ceder. “El camino avanza hacia una situación donde haya muchos más profesionales y artistas creando contenidos y desarrollando ideas sin que esto implique un coste muy elevado”, concluye el cofundador de Next Limit.