Starlink: La Internet satelital que comienza a construir Elon Musk
Fue hace casi tres años cuando conocimos los planes de Elon Musk para desarrollar una red satelital de internet que proporcionase conexiones asequibles en cualquier parte del mundo. Pero no se trata de un servicio más de internet por satélite de los que alcanzan lugares que no han visto nunca unas buenas conexiones físicas: en este proyecto la alta velocidad y la baja latencia son irrenunciables. Con los actuales servicios las videollamadas, las llamadas VoIP o los juegos en línea se hacen complicados o prácticamente imposibles.
El nombre, según una solicitud presentada ante la Oficina de Patentes y Marcas Registradas de los Estados Unidos el pasado 21 de agosto para obtener una marca de "servicios de comunicaciones inalámbricas de banda ancha" y "acceso a Internet inalámbrico de alta velocidad", entre otros servicios, podría ser Starlink.
Con el lanzamiento de MicroSat 2a y 2b se da un paso más en la construcción de esta red global de acceso a internet que quiere lograr sus objetivos de velocidad gigabit y baja latencia abordando dos frentes. Por un lado el tecnológico, claro está, con un desarrollo propio de los satélites; y por otro el espacial, por llamarlo de algún modo, que implica colocar estos artefactos espaciales a una altura de poco más de 1.000 kilómetros de la Tierra, cuando lo habitual sería llevarlos a 35.000.
A estos dos detalles importantes, su suma la dimensión del proyecto y su ambición: lanzar 4.425 satélites antes de que acabe el año 2024. Eso significa aumentar significativamente el número de satélites en funcionamiento que orbitan la Tierra y aprovechar intensamente las posibilidades del cohete Falcon 9, cuya reutilización reducirá de una manera notable los costes que entrañan este tipo de misiones.
Cuando todos estos vehículos se encuentren alrededor de nuestro planeta y las estaciones de control en tierra firme se encuentren a punto, las conexiones podrían comenzar a funcionar en domicilios particulares con solamente disponer de un dispositivo de recepción del tamaño de un portátil. Algo que se produciría, según los planes desvelados, a partir de 2019; aunque su plena capacidad la alcanzaría en 2029.
El sistema basado en más de 4.000 pequeños y más baratos satélites, a los que más tarde se pretenden sumar otros 7.500, también tendrá la ventaja de minimizar posibles fallos. Siendo una tupida red tejida con miles de puntos, es más difícil que un error impacte en el rendimiento conjunto y, además, será más fácil solucionarlo dados los bajos costes asociados a su planteamiento. Las actuales conexiones a internet por satélite, basadas en unos pocos y caros grandes satélites, no pueden decir lo mismo.
Starlink, si finalmente se llama así, no será una iniciativa estrictamente económica pese a reducir costes en comparación con las iniciativas actuales. Sin embargo, el dinero que le cuesta a SpaceX y a inversores como Google servirá para generar importantes beneficios en el largo plazo. La intención última de Musk es que los cuantiosos ingresos que esperan obtener llevando internet a todo el mundo, desde países en desarrollo a naciones occidentales, sirva para financiar las misiones que tienen planificadas en torno a Marte y su eventual colonización.