Por Hernán Rodrigo Figueira (*)
"Diciembre de 1882. La joven y deslumbrante Lou Salomé concierta una misteriosa cita con Josef Breuer, célebre médico vienés, con el objeto de salvar la vida de un tal Friedrich Nietzsche, un atormentado filósofo alemán, casi desconocido pero de brillante porvenir, que manifiesta tendencias suicidas. Breuer, influido por las novedosas teorías de su joven protegido Sigmund Freud, acepta la peligrosa estrategia que Salomé le propone –psicoanalizar a Nietzsche sin que éste se dé cuenta–, (e intentar salvarle la vida)…".
Así comienza la novela del gran escritor y psicoanalista Irvin D Yalom.
Ustedes se preguntarán qué tiene que ver este relato sobre Nietzsche, este afamado filósofo alemán de tendencias suicidas, que alguna vez pronunció aquella frase que lo hizo famoso, “Dios ha muerto”, con nosotros y con lo que hacemos aquí: no somos filósofos, me dirán, somos técnicos, estamos preparando una certificación netamente técnica. Y tienen razón, en parte. Porque no solo se están preparando para rendir una certificación (esto con un poco de estudio se logra); ustedes se están preparando para algo más; se preparan para obtener un valor agregado que los distinga de alguien que es “solamente CCNA”. Ustedes se están preparando para ser profesionales en un mundo donde no solamente hay routers y firewalls, sino también personas. Personas como nosotros. Y esta certificación que hoy tienen como meta inmediata, no la están preparando solos (algo que podrían hacer perfectamente si quisieran), sino que la están preparando en esta comunidad educativa llamada Fundación Proydesa.
El año pasado, Cisco tenía un slogan que decía “The Human Network”, que intentaba mostrar que todo lo que hacemos, lo hacemos para la humanidad, o parte de ella. Porque, en definitiva, los que se conectan a Internet, o en una empresa, son personas, no máquinas (la computadora es un medio, la persona que la utiliza es el fin). Si no tenemos en claro que trabajamos para mejorar este mundo de personas, no de máquinas (eso lo dejamos para la película Terminator) y, de esta manera, ser mejores nosotros mismos, nuestra profesión, por más certificaciones que ostente en su haber, será una profesión vacía, una profesión solitaria. La causa final de lo que hacemos siempre tiene a “alguien” por objeto.
De pronto, Nietzsche se quitó las gafas, hundió la cara en su pañuelo y empezó a llorar. Y lloró porque liberó su angustia, porque finalmente se liberó de aquello que lo atormentaba, su soledad. Y qué paradoja, la soledad sólo existe en soledad. Cuando se comparte, se evapora. Cuando se comparte, ya empezamos a formar parte de un eslabón que forma esa inmensa cadena que es la red humana (el “The Human Network” de Cisco).
Nuestro trabajo como administradores es unir; unir la ciudad con el campo; unir la ciudad con otras ciudades; unir países y continentes. Nuestro trabajo es unir personas (¡que bueno sería unir a toda la humanidad!... quizás se acabarían las guerras y el hambre en tantos lugares…).
Cada ruta estática que plasmamos en un router, es un lazo que une a una persona con otra. De esto se trata nuestra misión entonces: ¡de unir personas!.
Si más allá de las redes de datos, no hubiese “alguien”, nuestro trabajo carecería de sentido. Pero sí del otro lado del router que estamos configurando siempre hay alguien, esto es lo mejor que nos puede pasar: esto nos hace mejores personas, porque estaremos uniendo a la humanidad.
Pensar de esta manera, nos distinguirá de alguien que “solo es CCNA”. La certificación tiene que iniciar en nosotros un proceso de transformación, porque nuestra responsabilidad aumenta, como así también nuestro compromiso para con nuestros pares (que son “alguien”) y para con todos los que serán receptores del servicio que brindemos, que siempre, no lo olviden, son personas. La ética, la moral, las buenas prácticas, la cordialidad, la humildad, deben ser nuestras herramientas diarias de trabajo. Una buena red (Humana) se construye con la base de estos valores.
Nietzsche lloró cuando descubrió que el verdadero sentido de la vida era vivir por el “otro”; lloró cuando descubrió que no estaba solo en este mundo, algo que su ego le hizo creer. Y finalmente lloró cuando descubrió que había más de humanidad en Dios de lo que él pensaba (Dios se hizo hombre en su hijo Jesucristo); y Nietzsche pudo ser feliz, porque pudo ver a la humanidad desde otra perspectiva, ¡la humana!
No estamos solos, no somos jinetes solitarios, como muchas veces nos han hecho creer los estereotipos “nerds” de los años 80 y principios de los 90 en películas como “Juegos de Guerra”, “Hackers”, etc. Somos una comunidad de estudiantes y docentes; somos una comunidad de profesionales que tiene un ideal muy claro: unir los eslabones de la Humanidad para dar forma a “The Human Network”. De esto se trata nuestra profesión, y para esto nos estamos formando, ni más ni menos. ¡Pavada de profesión la que tenemos!
(*) Instructor de la Red Proydesa.