Estudios académicos dan cuenta de una nueva revolución en la cual la máquina, por enésima vez en la historia, conquistará labores que antes sólo podían ser emprendidas por el ser humano. La amenaza excede las líneas de producción fabriles y pende sobre la cabeza de abogados, contadores, soldados, choferes e incluso en labores vinculadas a la creatividad y la imaginación. “Si en el siglo pasado la tecnología reemplazó a los músculos, en este siglo reemplazará al cerebro”, uno de los axiomas de este avance.
En “Nueva vida a la robótica”, aparecida en esta misma publicación a mediados de 2013, dimos cuenta de un cuantioso listado de frankesteins contemporáneos, criaturitas ideadas por el hombre que, con ingrato mecanicismo, se preparan para desplazar a sus creadores. No hablamos de horrendos especímenes que invadirán vehementemente la vida del ser humano tal como la conocemos; por el contrario, los robots llegan con el ánimo de simplificar las tareas cotidianas del hombre, e incluso entretenernos. En el recuento aparece Asimo, un robot desarrollado por Honda cuya primera versión apareció en 1986 y que, casi veinte años más tarde, es capaz de simular la marcha humana, saltar en un pie, subir escaleras, servir agua en un vaso, encender luces y abrir puertas, entre otros dones. También aparece el parlanchín Kirobo, hijo robótico de la automotriz Toyota; aspiradoras autónomas y demás implementos que auxilian en el hogar; soldados mecánicos programados para actuar en el campo de batalla; incluso robots que prometen ser los nuevos compañeros de oficina, como lo es AVA 500, un producto a cargo de la compañía especializada iRobot.
Es cierto: el avance de la robótica por fuera de los límites de un laboratorio, y por ende su penetración en nuestra existencia rutinaria, supone una plena simplificación de las tareas; en cierta medida, los robots lograrán que ciertos asuntos sean más sencillos de emprender. Un caso paradigmático es el trabajo de Google en el campo de la conducción autónoma. Aunque no se trate de un protagonista con la exacta fisonomía de un robot, también nos ajustamos a este campo científico. La firma de Mountain View (y también otras compañías) prometen que en un futuro más cercano que inalcanzable, los automóviles sean capaces de avanzar por calles y carreteras sin el auxilio directo del ser humano al volante. En estos días Google ha mostrado un prototipo de su vehículo, el cual prescinde de volante, acelerador y freno, y que llega con un aspecto mucho más parecido a los robotitos que sonríen en las películas, según mostró The Verge.
Fuente y más información: DATTAMAGAZINE.COM