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De Eliza a Siri: Las máquinas que aprendieron a "pensar"

wezeinbaum


Obviando la evidente mención a los juegos de Ajedrez, que siempre se suelen tomar como inicio para hablar de Inteligencia Artificial, quizás uno de los trabajos más destacables fue el de Joseph Weizenbaum mientras trabajaba en el MIT: El programa ELIZA.

Joseph Weizenbaum escribió ELIZA (1966) en LISP a la edad de 43 años. Eliza fue uno de los primeros programas de ordenador que eran capaces de «conversar» con una persona. Y decimos «conversar» porque su autor se basaba en la filosofía que utilizaba el psicólogo Carl Rogers (psicología rogeriana), o lo que es lo mismo, utilizar -o aparentar- empatía para que el paciente se sintiera querido y escuchado.

Y lo cierto es que el programa tuvo bastante éxito, lo que dice mucho de los seres humanos.

Entre otras pequeñas cosas, el programa Eliza actuaba siguiendo tres pilares principales y básicos:

  • Detector de palabras clave: Si Eliza encontraba una palabra clave, respondía una de varias frases predefinidas por el creador, relacionada con el tema en cuestión.
  • Frases comodín: Si Eliza no encontraba ninguna palabra clave podía responder frases neutrales que no implicaran hablar sobre el tema: «Oh, ¡qué interesante!», «Por favor, continúa…».
  • Frases envolventes: También, en el caso de no encontrar ninguna palabra clave, podía realizar supuestas frases profundas, preocupándose por el sujeto: «Has dicho ‘…’ ¿Por qué crees eso?» o «Háblame más sobre eso que decías de ‘…’».

Obviamente, de inteligencia, poco. Lo único que se demostraba relacionado con esta cualidad, era lo «inteligentes» que podían llegar a ser los usuarios que utilizaban el programa, los cuales creían estar hablando con un verdadero doctor.

eliza

Aunque hay que comprender que, en esa época, ver a una máquina manteniendo una conversación aparentemente inteligente debía de ser algo que impresionara, era sólo una simple ilusión. El mismo autor del programa fue el primero en llevarse las manos a la cabeza tras ver el fanatismo que se empezaba a crear en torno a su programa.

Personal administrativo, así como secretarias (siempre personal no técnico) utilizaban Eliza para contarle secretos y detalles íntimos porque sentían que el programa realmente les «escuchaba». Su autor cuenta, incluso, que la secretaria le pidió una vez que saliera de la habitación hasta que terminara de hablar con Eliza, confiando más en el programa que en el propio Weizenbaum.

Indignado por ello (por el fanatismo, no por la desconfianza de la secretaria) comenzó a ver su creación con otros ojos. Incluso después de insistir en que su programa sólo aparentaba hablar con una persona, no le creían.

Varias personas le acusaron de espiar los secretos privados de las personas al contar que, debido a su diseño, era posible ver posteriormente las conversaciones mantenidas con Eliza.

Todo esto, junto al hecho de que algunos psiquiatras querían utilizar Eliza como una herramienta para sus pacientes más graves (creían que el programa realmente pensaba y trataba los problemas), terminó obligando a Weizenbaum a escribir un libro «Computer Power and Human Reason» (1972) donde  tuvo que contar todo acerca de la experiencia de su invento, convirtiéndose en uno de los más duros críticos de la posible incorporación de inteligencia en las máquinas.

Con el tiempo continuaron desarrollándose programas derivados estos últimos años. Por citar algunos ejemplos en nuestro idioma, tenemos el Dr. Abuse, otro clon de Eliza desarrollado por Barres y Boronat en la época de los 90, con características como sintetizador de voz o una base de datos de información de conversaciones anteriores.

La propia IKEA implementó una asistente virtual llamada Anna, que responde con cierta soltura a las preguntas relacionadas con la venta de productos… y otras cuestiones.

Cleverbot es otro sistema de inteligencia artificial que utiliza la idea de base de Eliza, sin embargo, añade características de redes neuronales artificiales, incorporando la capacidad de aprender de diálogos previos de otros usuarios del programa.

Esto permite retomar datos de otros diálogos, mejorando el programa a medida que se utiliza, operación denominada entrenamiento neuronal.

Otro producto interesante que utiliza redes neuronales es 20Q (o alguno de sus clones, como Akinator). Básicamente, te desafía a ser capaz de adivinar una determinada cosa que pienses, sólo con responder a menos de 20 preguntas de verdadero o falso. ¡Incluso tienen un especial 20Q de Doctor Who!

Actualmente, la «fiebre» del reconocimiento del lenguaje (hablado, en este caso) viene a cargo de los smartphones, donde herramientas como Siri (en iPhone) o Jeannie (en Android) permiten mantenerse a la escucha de frases en las que les podemos pedir información, que realicen acciones o incluso intentar mantener una conversación «medianamente» inteligente.

Estos métodos de reconocimiento de voz (tanto en iPhone como en Android) funcionan a través de Internet, enviando la información a los servidores de Apple o Google respectivamente, quienes utilizan las frases para ampliar e ir mejorando la efectividad de sus sistemas.

Poco después del lanzamiento de Siri (el asistente de reconocimiento de voz de iPhone), se creó un vídeo viral con Siri como GlaDOS, el sistema de inteligencia artificial de los videojuegos de Valve como Half-life o Portal. Algo que, a pesar de ser una broma, despierta la curiosidad de muchas personas.

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