Two Bits Circus, cuando la tecnología se convierte en espectáculo
“Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. (…) En marzo volvieron los gitanos. Esta vez llevaban un catalejo y una lupa del tamaño de un tambor, que exhibieron como el último descubrimiento de los judíos de Amsterdan”. Para Aureliano Buendía, el inmortal personaje creado por Gabriel García Márquez en Cien años de soledad, la ciencia llegaba hasta el recóndito Macondo gracias al circo de los gitanos. Será porque, como decía Arthur C. Clarke, toda tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. Y el circo siempre fue un lugar propicio para los magos.
Hoy los hombres bala, las mujeres forzudas y los domadores de leones desdentados han perdido la capacidad de fascinación que conquistó a los niños de medio mundo durante pasadas décadas. El circo, en su versión tradicional -la de carpa, sillas plegables y animales-, ha sido desbancado por entretenimientos más sofisticados. Sin embargo, su espíritu, el de la diversión a través del asombro, sigue vivo; tan sólo hay que buscarlo en otras experiencias. Two Bit Circus ha llevado la máxima circense del más difícil todavía a sus espectáculos hasta convertirlos, según el USA Today “en la fantasía de un inventor loco”: sensores, cámaras, acelerómetros, ordenadores, robots… todo conectado en lo que Brent Bushnell y Eric Gradman, los creadores del show, llaman “ingeniería del entretenimiento”.
Uno de estos dos frikis, como ellos mismos se denominan, también proviene, al igual que Aureliano Buendía, de una saga enamorada de la magia. Su padre, Nolan Bushnell, fue el fundador de Atari, empresa pionera en el mundo de los videojuegos. Bret comparte con su padre la pasión por los juegos y la convicción de que a través de ellos se pueden conseguir grandes cosas. Por ejemplo, hacer que los niños se interesen por la tecnología. Por eso Two Bit Circus envía a los colegios kits robóticos antes de cada evento, para que los pequeños experimenten y descubran lo divertida que puede ser la ingeniería. Bushnell asegura que “en la lista de deseos de todo el mundo figura tener nuevas experiencias vitales”. Como, por ejemplo, ser sumergido en una bola de fuego de tres metros. Y vivir para contarlo.