¿Cuántas líneas de código hay en las aplicaciones de uso diario?
¿Qué hay detrás de servicios, aplicaciones y dispositivos que utilizas cada día? Miles, millones, miles de millones de líneas de código.
Enciendes la computadora, ejecutas tu navegador preferido y abres muchas pestañas con webs, redes sociales y todo tipo de sitios que visitas a diario. Consultas el calendario para comprobar tus citas del día y, por supuesto, echas un vistazo al email.
Todas estas acciones son cotidianas y para la inmensa mayoría de los usuarios “lo que hay detrás” no importa, porque simplemente funciona y punto, de forma invisible. ¿Sabes de cuántas líneas de código se componen todos los servicios de Google? Más de 2.000 millones.
Rachel Potvin comentó durante una charla que Google y todos sus servicios (como son GMail, Maps, Calendar y cualquier otro que esté bajo el amparo de la gran G) forman un conjunto de más de 2.000 millones de líneas de código. Dos mil millones. Y todo se guarda en un mismo repositorio, aunque la compañía ha desarrollado su propio sistema para controlar las versiones (al que se conectan todos sus desarrolladores para introducir cambios).
Ahora bien, ¿2.000 millones de líneas de código es mucho?, ¿es poco?, ¿comparado con qué?
Para hacernos una idea, para el software del primer transbordador espacial se utilizaron 400.000 líneas de código, una simple aplicación/juego para iOS puede tener entre 20.000 y 40.000 líneas (dependiendo del caso, claro). Para poner en perspectiva qué suponen esas 2.000 millones de líneas de código de Google, podemos compararla con los números de sistemas operativos completos que todos conocemos:
- Para Windows 3.1 (en 1992) se utilizaron algo más de 2 millones de líneas de código.
- Todo Android son casi 12 millones de líneas de código.
- Windows XP fueron unas 40 millones de líneas.
- Windows 10 está en torno a los 80 millones de líneas de código.
Comparado con proyectos que se alejan de programas y software popular:
- El software del Telescopio Espacial Hubble está compuesto por unas 2 millones de líneas.
- Un dron militar del ejército de EEUU, 3.5 millones de líneas de código.
- Un avión Boeing 787, 6.5 millones.
- Todos los sistemas que componen el Gran Colisionador de Hadrones (Large Hadron Collider, LHC) son unas 50 millones de líneas.
En definitiva: sí, las 2.000 millones de líneas de código que dan forma a todos los servicios de Google es mucho. Desde Informationisbeautiful, David McCandless ha elaborado una genial infografía utilizando los datos de diversas fuentes oficiales y otros reportes.
HDR: el próximo escalón de la TV
Si hay una línea de productos tecnológicos que se ha caracterizado por su constante renovación (con el permiso de la de smartphones) esa ha sido sin duda la de los televisores. 3D, pantallas curvas, 4K… no ha terminado de asentarse una innovación, cuando ya estamos oyendo la siguiente.
Pero lo cierto es que muchas de estas novedades no suponen un salto cualitativo importante. Sin embargo, hay una tecnología que, más allá de inventos marketineros, sí puede marcar la diferencia entre un televisor y otro: hablamos de la HDR (siglas en inglés de High Dynamic Range), que otorga una nitidez a las imágenes verdaderamente perceptible.
¿Qué es?
La tecnología HDR (High Dynamic Range) no es nueva. Llevamos años viéndola en fotografía; por eso se la define como una técnica fotográfica consiste en tomar diversas instantáneas de una misma escena con distinta exposición para crear una imagen con un contraste mucho más realista.
Es decir, la clave de esta tecnología aplicada al vídeo está en enfatizar el contraste entre la luz y la oscuridad, de forma que los negros son más negros y los blancos más brillantes, permitiendo retener mejor las imágenes y sus detalles. La teoría nos dice que a mayor contraste, mayor semejanza habrá entre la imagen que vemos en la pantalla y la que veríamos en el mundo físico.
Más allá de enfatizar este contraste, el HDR usa más datos que el rango de contraste “estándar”, lo que también ayuda a esa fiabilidad en la reproducción de la realidad en imágenes. Además suele ir combinada con otra tecnología de imagen denominada WCG (Wide Colour Gamut), que reproduce más escalas de los colores que un televisor común, reproduciéndolos de forma más precisa.
No debe confundirse con otra tecnología también muy en boga en el ámbito de la imagen: la UHD (Ultra High Definition, también conocida como 4K). Aunque ambas mejoran sustancialmente la experiencia de visualización, son muy distintas: UHD tiene que ver con el número de píxeles, mientras que la HDR reproduce los píxeles con mayor precisión (independientemente de la cantidad). Son tecnologías diferentes pero combinables, pues los televisores con HDR también son 4K Ultra HD.
¿Quién ofrece la tecnología HDR?
En el último año son varios los fabricantes que se han lanzado a la carrera por liderar el segmento de televisiones HDR: Samsung, Sony, Panasonic y LG han sido los primeros en incorporarla en su modelos de gama alta.
Aún así, no todos los modelos que presentan esta tecnología son iguales. De hecho los hay que garantizan su compatibilidad con HDR pero en realidad no incluyen todas las prestaciones necesarias para disfrutar de ella – algunos sistemas pueden leer los datos HDR pero no pueden reproducir el nivel de contraste deseado.
Por ello la asociación Ultra HD Alliance (UHD), integrado por firmas tecnológicas y medios de comunicación, ha creado el sello “Ultra HD Premium”, al que pueden acogerse aquellos fabricantes que de verdad ofrezcan las prestaciones que prometen en sus modelos (incluyendo el HDR). Es una manera de garantizar la calidad a los consumidores y de evitar que algunos no se aprovechen del tirón y la demanda de esta tecnología.
¿Las pantallas OLED son compatibles?
Como quizá sepas, las pantallas OLED reproducen negros más profundos y colores más vivos que las de tipo LCD LED habituales. Sin embargo el nivel de nitidez y contraste no es tan elevado como el que ofrece la tecnología HDR. En este sentido la Alianza UHD ha definido diferentes normas para las pantallas OLED que quieran llevar el sello de calidad y garantía.
Las empresas que más fuerte han apostado por el OLED (LG y Panasonic ) han presentado modelos 4K que apoyan HDR, pero su precio no es precisamente bajo.
¿Disfrutaré de mis pelis y series como nunca?
Sería genial poder decir que sí, pero para disfrutar de la tecnología HDR en nuestra pantalla son necesarios contenidos generados exprofeso para ella. Los creadores de series, películas y demás contenido audiovisual son el primer eslabón de la cadena, y los primeros que tienen que emplearla para que el resultado llegue al usuario final. Y lo cierto es que ha día de hoy hay carencia de material.
Sólo lo vamos a apreciar en el caso de retransmisiones que de forma nativa ofrezcan este tipo de contenido. Ya hemos visto como Netflix apuesta por el HDR en dos de sus series (Marco Polo y Daredevil), y también Amazon Prime Instant Video. Aunque en ambos casos es necesaria una conexión a internet muy sólida, ya que el peso de los contenidos en esta tecnología es considerablemente mayor.
¿Cómo llegó a ser Silicon Valley la meca de los emprendedores IT?
"Yo siempre he sido un emprendedor, sobre todo en publicaciones impresas. Cuando regresé a Silicon Valley, donde crecí, me compré un Mac Plus que eliminaba muchos de los pasos que tenía que seguir para imprimir una revista. Pensé que esto era muy similar a lo que sucedió cuando las innovaciones de la máquina de Gutenberg fueron mejoradas hace 500 años por impresores como Aldo Manucio, a quien se atribuyen los libros pequeños y asequibles".
Quien cuenta esto es John McLaughlin , un emprendedor de la vieja escuela que, tras viajar por medio mundo, regresó a su California natal con una tarea: dejar por escrito la crónica de esa revolución que se estaba viviendo en el Área de la Bahía de San Francisco.
McLaughlin y otros historiadores se están encargando de preservar la memoria de Silicon Valley. Un lugar que ha sido (y sigue siendo) el escenario de un antes y un después en la historia de la humanidad, lleno de relatos increíbles e inventos que han cambiado de manera radical nuestras vidas y nuestro planeta.
Ahora, gracias a libros y páginas web, conocemos muchas de esas historias, pero hace 25 años, cuando McLaughlin comenzó a recopilarlas, " no se había hecho ningún esfuerzo para registrar las motivaciones o experiencias de los emprendedores e inventores que estaban creando esta revolución de la información".
McLaughlin es el presidente de la Silicon Valley Historical Association. Durante sus cinco lustros de trayectoria (fue fundada en 1991), la organización ha publicado libros, producido documentales o filmado entrevistas con los personajes más ilustres de la tecnología. La intención es cubrirlo todo (ciudades, personajes, compañías...) y hacer un paralelismo con una época que al responsable de la asociación le parece de igual relevancia: el Renacimiento europeo.
McLaughlin empezó su labor investigadora por una razón de peso: " La gente empezaba a morir. Nadie se había sentado con ellos y les había preguntado: '¿Cuál fue tu motivación? ¿Qué te llevó a comenzar? ¿Por qué hiciste esto?'. Así que arranqué con la premisa de preguntarles sobre sus primeros pasos".
Para la asociación trabajan numerosos historiadores por todo el mundo. También contribuyen técnicos de lo audiovisual, aunque a veces hay mucho de casero. "Mi esposa se está convirtiendo en una camarógrafa bastante experta", dice McLaughlin. No pueden permitirse un equipo profesional de rodaje.
McLaughlin, de 67 años, recuerda cómo en el instituto, "cuando le decía a la gente que iba a empezar un negocio, todos eran muy optimistas, porque todos habíamos crecido con la idea de empezar un negocio". De ese ambiente no se dio cuenta hasta que dejó la bahía y vivió en Europa: "Regresé a Silicon Valley con la idea de comenzar a montar negocios. Pensé: 'Este es el lugar para estar'".
Con 13 años ya se paseaba por su vecindario de Palo Alto ofreciéndose para limpiar ventanas, e incluso llegó a fichar a otros cinco chicos como ayudantes, aunque resultaron ser un desastre. Con 15 montó un grupo musical que tocaba en las fiestas de hermandad de la Universidad de Stanford. Ya con 25, fundó una compañía de exportaciones que editaba una revista de 'marketing' internacional, con oficinas en San Diego y Londres. Con 34 creó otro magazine sobre el condado de Lane, en Oregón. Hasta llegó a tener un negocio de café 'gourmet' en Palo Alto.
Durante sus años de estudio, el propio concepto del emprendimiento se ha visto alterado: "Ser un emprendedor hace 25 años, incluso hace 15 años, no era un buen trabajo. Mucha gente no sabía lo que significaba". Tenía unas connotaciones negativas para muchos, “excepto en Silicon Valley”.
Una vieja imagen de la Universidad de Stanford, de finales del siglo XIX, que recoge la Silicon Valley Historical Association
Ahora esta historia de pequeños empresarios la están protagonizando, tal como lo ve McLaughlin, inmigrantes, gente que no se ha criado en la zona y que viajan atraídos por el clima laboral o la posibilidad de recaudar dinero: "Quizá el 90 por ciento de los emprendedores en Silicon Valley ahora mismo no crecieron allí. Vienen del Medio Oeste de Estados Unidos, de China, de la India…"
La asociación ha publicado varios libros, documentales y audioreportajes. Hay libros de fotografías que recorren la historia del lugar desde que el ferrocarril, el telégrafo o la Universidad de Stanford (ubicada en Palo Alto) abrieran una nueva etapa. También, un DVD con una entrevista de 1994 a Steve Jobs, realizada por la asociación y que se puede adquirir comentada por sus más cercanos o en bruto. En ella, el cofundador de Apple habla sobre los riesgos de ser emprendedor y de sus propias experiencias. Incluso cuentan con un audio y un vídeo de la última entrevista al músico Jerry Garcia , líder de la banda psicodélica Grateful Dead, que vivió en Palo Alto cuando se desarrollaba una explosión cultural y tecnológica.
Quizá su canal de YouTube sea uno de los puntos más interesantes de su trabajo, ya que en él se encuentran fragmentos de esas entrevistas. Hay declaraciones del inventor del ratón, Douglas Engelbart, o del fundador de Netscape, Jim Clark, entre otras muchas joyas para el recuerdo.
Pero McLaughlin y su grupo no son los únicos que se dedican a investigar el pasado de Silicon Valley. También lo hace, por ejemplo, Leslie Berlin, que se muestra especialmente interesada por la historia de la innovación y de las compañías tecnológicas.
Empezó a estudiarlas a mediados de los 90, cuando se doctoró en la Universidad de Stanford con una tesis sobre la historia de la industria de los semiconductores. Ahora sigue en Stanford, en los Silicon Valley Archives, donde se guardan numerosos materiales sobre el origen y el desarrollo de la zona, disponibles para investigadores y curiosos. En estos archivos se pueden encontrar diarios, solicitudes de patentes, fotografías, grabaciones de discursos, entrevistas… Una auténtica mina de relatos.
Berlin ha publicado un libro que recoge parte de esa investigación. ‘The Man Behind the Microchip’ es una biografía de Robert Noyce, coinventor del microchip y cofundador de Intel, uno de los primeros gigantes en un Silicon Valley todavía en pañales, y Fairchild Semiconductor, la compañía de la que salieron él y otros pioneros para fundar Intel.
Según explica Berlin, "la gente ha intentado entender cómo funciona el valle casi desde su comienzo. Durante décadas, los visitantes han llegado tratando de encontrar la ‘salsa secreta’ de la región". Su impresión es que en los últimos años ha aumentado el interés por la historia de Silicon Valley, a pesar de que allí, irónicamente, casi todo lo que sucede está centrado en el futuro.
Berlin y McLaughlin fueron pioneros en los años 90, pero no fueron los únicos. En los albores de la Red, los propios internautas se preocuparon de recopilar esa memoria apenas registrada. La web NetValley ya intentaba recoger, en agosto de 1995, la historia de Silicon Valley y de la propia internet. Con un diseño antediluviano, en ella podemos encontrar un mapa rudimentario de las ciudades de la bahía o el relato de los tiempos en que aquella zona atraía a otro tipo de emprendedores, los que, enfermos por la fiebre del oro, iban en busca del preciado metal al cercano condado de El Dorado.
La labor de estos héroes cotidianos sigue adelante. De la atracción por las pepitas al reclamo del dinero virtual, la región ha sido siempre un imán de innovaciones y conocimiento. Una auténtica metáfora del éxito. Por suerte para todos, unos pocos se dedican a estudiar su fascinante historia para que no caiga en el olvido. Ellos también merecen ser recordados.