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¿Cómo es la tecnología resistente al agua de los celulares?

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Muchos han perdido un teléfono por haberlo mojando o tienen algún conocido quien sufrió esta tragedia. Ya sea en una caída "accidental" a la pileta, en un viaje por el baño - preferiblemente sin retorno - o porque tu hijo quería verlo nadar, los accidentes pasan, y en los últimos tiempos los fabricantes de móviles han querido hacer que esta realidad cambie, al menos para que tu teléfono tenga probabilidades de sobrevivir. Es el caso de la saga Sony Xperia Z, o de los más nuevos Galaxy S7 y los iPhone 7.

Lo primero que se debe saber al comenzar a analizar este aspecto es que son muchos los orificios y hendiduras que se deben sellar para que ningún líquido maligno acabe con la vida del preciado teléfono. Desde cada puerto, cada espacio en los altavoces y micrófonos, bandejas de SIM y ranuras de memorias, cualquier brecha puede ser la responsable de arruinar el teléfono.

En un estudio realizado en la universidad de Hardvard sobre la capacidad de resistencia al agua en los móviles actuales, señalan que el primer reto que poseen las fabricantes es garantizar precisamente esa resistencia aún cuando las pantallas actuales no pueden quedar de forma fija al marco del terminal y la respuesta a eso es una exagerada cantidad de goma comprimida.

Los sellos de goma son los encargados de asegurar que nada se dañe por el agua y su compresión, calidad, densidad y el resto de los aspectos técnicos de su fabricación lo dicta la certificación a la que califican. Son productos que cuentan con una textura gelatinosa, pegajosa y relativamente sin poros con el único propósito de crear un sello totalmente hermético que ni respire llamados tapones adhesivos.

En el caso del Samsung Galaxy S7 se puede observar una banda negra que apenas sobresale al momento de retirar la bandeja del SIM, que crea un sistema de aislamiento de la carcasa y que rodea todos los puertos creando un sistema de vacío tanto en los USB o Lightning en el caso de iPhone, o en los puerto mini jack, aunque para Apple este último ya no sea un problema.

El sistema de resistencia conseguido por los tapones adhesivos lo completan unos pequeños anillos en forma de aro que van detrás de cada área sensible al toque que se expanden en la medida que se presiona por la parte exterior por ejemplo en la ranura para microSD. En los botones basta con un poco de silicona que es un perfecto aislante de cualquier líquido.

En el caso de los altavoces y los micrófonos si se requiere de un poco de aire entrando y saliendo debido a las vibraciones que se generan cuando se emite un sonido, en ese momento las fabricantes de móviles incorporan una red muy delgada que impulsa el agua a continuar su curso natural, empleando principios físicos básicos como la cohesión y de la tensión superficial, consiguiendo que se adhiera a sí misma en lugar de colarse hacia el teléfono.

Ningún teléfono es a prueba de agua

Así como lo lees, ninguno es a prueba de agua, porque no existe un sello totalmente hermético para evitar que entre el agua en cualquier caso, de hecho Samsung y Apple repiten una y otra vez en sus características “resistente al agua” en lugar de “ a prueba de agua” ya que solo hace falta el nivel de presión de agua necesaria para que entre a la parte interna del móvil sin problema. Por ello vemos en el nuevo iPhone 7 que la propia empresa señala que a pesar de ser resistente al agua aconseja no introducir el teléfono intencionalmente dentro de ella. Ya que los sellos internos no son infalibles ni en éste ni en ningún teléfono.

Otro factor que acaba con la resistencia: la sal

En 2015 pudimos ver como las ilusiones de los Sony Xperia de tomar fotos bajo el agua se diluían en las piscinas australianas, cuando recibieron denuncias de las autoridades porque aunque promocionaban que se podía tomar fotos bajo el agua, al cabo del tiempo el dispositivo hasta se oxidaba, la razón: Sal, las piscinas australianas son de agua salada.

La resistencia IP68 te permite sumergir el teléfono hasta 3 metros de profundidad durante 30 minutos, mientras que la IP67 te deja un máximo de 1 metro durante 30 minutos. Cómo ya habrás imaginado, con el paso del tiempo, las caídas, y el uso, esa resistencia se pierde, así que cuando tu teléfono tiene cierto tiempo de comprado, es mejor no retarle a probar su súper poder.

Algocracia: ¿nuestro destino lo deciden los algoritmos?

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En la tradición griega el destino era resuelto por las Moiras quienes, poco después del nacimiento de un hombre, se reunían para determinar el curso de su vida. Sus decisiones estaban por encima de los dioses: ni estos eran capaces de contravenir sus designios –la etimología de “destino” deviene de la raíz indoeuropea sta, que significa “estar de pie”, es decir, lo inamovible.

El destino –las situaciones, el carácter, lo largo o corto de la vida– está oculto para la mayoría de nosotros y se revela solo a través de los oráculos y los dioses. En otras palabras, el destino es lo inevitable que obra sobre los hombres y los sucesos.

Los algoritmos son el equivalente moderno de esta idea: no solamente no sabemos cómo operan sino que, de manera invisible, dirigen nuestras vidas de formas insospechadas. El ejemplo más cercano es Google: cualquier pregunta o necesidad de información pasa por su algoritmo que, en segundos, regresa aquello que considera la mejor selección de resultados posibles. ¿Por qué esto es un problema? W. Daniel Hillis, científico en computación, responde a esta pregunta en su ensayo Las opiniones de los motores de búsqueda: “En 2012 Google hizo un cambio fundamental en la manera en la que busca información. (…) Este año, además de la búsqueda por palabras clave, Google ahora realiza también una búsqueda semántica”.

Esta búsqueda no solamente identifica la palabra clave en cuestión, sino que establece jerarquías y relaciones entre las mismas. Esto puede llevar a resultados limitados que dependen del modelo semántico al que obedece el algoritmo. “Ahora –continúa Hillis–, los motores de búsqueda hacen juicios al seleccionar los resultados que muestran. Estas decisiones no están basadas en estadística, sino en un modelo del mundo”.

Esto ha sido satirizado en proyectos como Google Poetics pero, en su cara más oscura, refuerza la operación de ciertos estereotipos en nuestras sociedades, lo que en 2013 llevó a Naciones Unidas a lanzar una campaña contra la desigualdad de la mujer:

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Las sugerencias de Google brindan claves sobre la manera en la que funciona el modelo semántico al que se refiere Hillis. En otras palabras, el algoritmo cerca la información a la que tenemos acceso y plantea preguntassobre qué tipo de resultados quedan fuera de las primeras páginas. “Desde ahora, los motores de búsqueda poseen un punto de vista editorial y sus resultados reflejan ese punto. No podemos ignorar más las presunciones detrás de dichos resultados”, concluye Hillis.

El impacto de los algoritmos no se limita a los resultados de búsquedas en Internet o la sección de noticias de Facebook: escriben las noticias de los diarios[1], deciden los preciosde tu viaje en Uber o el del vuelo que piensas comprarpara tus vacaciones. Incluso, pueden estar detrás de esa obra de arte que planeas adquirir.

Tendemos a creer que los algoritmos son objetivos en tanto obedecen a ceros y unos, pero olvidamos que su lógica fue creada por un grupo específico de personas. Recientemente, un estudio del Carnegie Mellon University demostró que el sistema publicitario de Google mostraba con mayor frecuencia avisos de empleo con mejor sueldoa hombres que a mujeres. En Chicago, un intento de la policía por crear mapas de calor de zonas delictivas demostró prejuicios raciales y económicos en su implementación[2]. Google Images, ante la búsqueda de la palabra CEO, muestra a mujeres en tan solo 11% de los resultados–cuando el porcentaje en Estados Unidos está cerca del 30%.

Frank Pasquale, abogado por Harvard University, apunta hacia los riesgos asociados en el uso cada vez mayor de algoritmos: discriminación, invasión a la privacidad y falta de transparencia –en síntesis, un nuevo Gran Hermano. El peor problema es que, como las Moiras, las decisiones de los algoritmos no admiten réplica: se han convertido en una caja negra y no hay nada que exija a las compañías transparentar cómo funcionan. Pasquale cuenta, en un ejemplo, cómo una mujer en Estados Unidos perdió su historial crediticio y fue incapaz de obtener un empleo por un error en un algoritmo.

Los escenarios que esto sugiere recuerdan a Philip K. Dick: en su cuento El informe de la minoría, un trío de mutantes predice el futuro y, bajo la estructura del sistema llamado Precrimen, cientos de hombres son acusados no de crímenes cometidos, sino decrímenes que habrán de cometer. Algocracia: el gobierno de los algoritmos. Parafraseando a Borges, el algoritmo no es sino un abuso de la estadística.

Los riesgos de que el futuro esté dominado por su mano invisible son grandes: si funcionan a partir de data errónea o un modelo excluyente, es claro que pueden tomar malas decisiones. El mayor peligro, sin embargo, reside no en lo falible del algoritmo, sino dentro de esa inevitabilidad de la que dependemos sin mayor cuestionamiento. Detrás existe la creencia de que los algoritmos son necesarios, palabra cuya definición, curiosamente, la empata con el destino: “lo que forzosa o inevitablemente ha de ser o suceder”. Héctor, ante el destino que las Moiras han trazado para él, le dice a Aquiles: “Cumplióse mi destino. Pero no quisiera morir cobardemente y sin gloria; sino realizando algo grande que llegara a conocimiento de los venideros”. En nuestro caso, tal vez esto signifique alzar la voz frente la futura algocracia.

Vía: Letras Libres

Hacé tu propio Proxy con una extensión del navegador 

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Los proxies han demostrado ser de una utilidad enorme para los internautas: nos permiten acceder a contenidos bloqueados por región, nos permite escapar al seguimiento de nuestra conexión, y un largo etcétera que muchos usuarios aprecian todos los días.

Sin embargo, montar un proxy no es para todo el mundo, y tampoco todo el mundo está dispuesto a pagar una cantidad al mes por los servicios de un proxy o un VPN. uProxy quiere situarse en la intersección entre esos dos casos, porque se trata de un proxy diseñado por la Universidad de Washington que podemos usar con un par de clicks.

El fuerte de uProxy radica en que podemos conectarnos a un amigo o familiar que lo tenga instalado para usar su conexión. De esa forma, podemos conectarnos a Internet como si estuviésemos en la computadora -o en la casa- del amigo, en vez de utilizar la nuestra o una red de fuera de casa.

Para conseguir esto sólo tenemos que instalar una extensión para Chrome y Firefox en nuestro navegador. Podemos dar acceso a usuarios autorizados para que manden su tráfico a través de nosotros, y otros nos pueden dar acceso. Ese acceso puede ser revocado en cualquier momento, y alguien que espíe nuestra conexión sólo verá que tienes una conexión segura con tu amigo.

Los amigos que se conecten a Internet a través de nosotros sólo verán eso, su conexión a Internet: tus archivos y los dispositivos de tu red inalámbrica seguirán siendo privados. Y, cuando tu te conectas a alguien, ellos sólo pueden ver que te has conectado. A menos que tu amigo te tienda una trampa y espíe su propia conexión en busca de tus paquetes, por lo que la confianza en tu amigo no está de más.

Por otra parte, y para los que quieran un proxy siempre disponible, uProxy también se puede instalar en servidores dedicados. DigitalOcean cuenta con una integración sencilla de uProxy que empieza en los servidores de 10 dólares al mes, y podemos usar un contenedor de Docker para instalar uProxy de forma manual en cualquier servidor. El acceso sigue siendo a través de la extensión para navegadores, y tiene la ventaja de estar siempre activo y estar bajo tu control absoluto.

Respecto a por qué uProxy puede ganar a un VPN, la clave está en que los VPNs se detectan con facilidad y son bloqueados: uProxy no deja de ser una conexión privada a un particular, por lo que podemos esquivar estos bloqueos. Nos puede servir para ver el Netflix de otro país, o en un país donde el uso de VPNs esté bloqueado.

uProxy es gratuito, e instalarlo es tan sencillo como ir a la página web del servicio y seguir los pasos. Antes de nada, conviene destacar que uProxy sigue estando en Beta, por lo que nos podemos encontrar fallos y los desarrolladores agradecen cualquier opinión que les podamos dar.

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