Las excentricidades de los líderes tecnológicos
Los grandes líderes tecnológicos son personas, por lo general, curiosas, ambiciosas y cuya lista de intereses y aficiones va mucho más allá del ordenador e Internet. No en vano, hemos de tener en cuenta que muchos de los grandes nombres del sector TIC poseen fortunas valoradas en miles de millones de dólares, con lo que, en ocasiones, la forma en que gastan su dinero es cuanto menos curiosa.
Y es que, como si de una película de brókers de Bolsa (o imitando al popular Señor Burns de ‘Los Simpsons’), los mayores directivos de esta industria también poseen gustos muy caros, prácticamente excéntricos, que los han colocado en el candelero en más de una ocasión
- Steve Ballmer
Un buen ejemplo de todo esto es Steve Ballmer, uno de los máximos impulsores de Microsoft y el hombre que sucedió al todopoderoso Bill Gates cuando éste decidió centrarse en su actividad caritativa. Ballmer es un hombre de tecnología, apasionado (por todos son conocidos sus discursos plagados de saltos y abrazos con el público) pero también es un gran fan del baloncesto.
Por ello, Steve Ballmer adquirió en 2014 el equipo Los Ángeles Clippers por algo menos de 2.000 millones de dólares y, acto seguido, anunció su renuncia al cargo de CEO de Microsoft que llevaba ostentando 14 años. Un gran salto, prácticamente de 360º, de liderar la mayor empresa de software del mundo a dirigir un grupo de jugadores de basket en la mejor liga del planeta.
- Paul Allen
En la NBA, Ballmer compite contra otro nombre muy conocido en las filas de Microsoft, el de su cofundador Paul Allen. Y es que Allen, con una fortuna estimada en más de 15.000 millones de dólares, es también propietario de los Portland Blazers, uno de los equipos rivales de los Clippers en esa liga.
Pero si de excentricidades estamos hablando, la de Paul Allen no está en tierra, sino en el mar. No en vano, este multimillonario es dueño del fabuloso ‘Octopus’, hasta 2009 considerado el mayor yate que no era propiedad de un jefe de Estado. Actualmente es el octavo yate de lujo de mayor tamaño, con más de 126 metros, capacidad para dos helicópteros, piscina a bordo y dos submarinos para explorar el fondo marino. Como curiosidad, Allen también posee el Tatoosh, el yate número 26 más grande del mundo, con lo que su fascinación por el océano queda más que contrastada.
- Larry Ellison
Conocido por ser el fundador de Oracle y considerado uno de los tres máximos disruptores de la informática moderna (junto a Bill Gates y Steve Jobs), Larry Ellison también es famoso por sus caprichos y lujos propios de uno de los hombres más ricos sobre la faz de la tierra (su fortuna está valorada en más de 40.000 millones de dólares)
En ese sentido, la punta de la corona de Ellison es Lanai, una isla en Hawai que es propiedad al 98% del propio Larry (a cambio de unos 500 millones de dólares), con unos 88.00 acres de terreno, dos hoteles de lujo, sendos campos de golf y unos 3.000 habitantes que trabajan en exclusiva para satisfacer las necesidades de Larry Ellison y los visitantes que recibe el lugar.
Pero Ellison también es propietario de uno de los mejores equipos de vela del mundo y su garaje alberga más de medio centenar de coches de alta gama provenientes de las mejores casas automovilísticas.
- Sergey Brin
El caso de Sergey Brin es paradigmático. El cofundador de Google -actual Alphabet- no es muy dado a los grandes lujos ni grandes ostentosidades, pero sí es conocido por derrochar su enorme fortuna en los más disparatados y absurdos proyectos científicos.
Un buen ejemplo de ello son los más de 300.000 dólares que dedicó para crear una hamburguesa de carne sintética, replicando las más de 20.000 células madre del músculo de una vaca. El proyecto tardó tres meses pero, finalmente, Brin logró su hamburguesa de carne 100% exacto a uno natural pero fabricado en un laboratorio. Algo que habría tardado minutos en comprar en su carnicería más cercana.
- Jeff Bezos
El fundador y CEO de Amazon, dueño y señor del comercio electrónico (con permiso de AliBaba), es también un hombre dado a particulares inversiones y compras que cuesta entender. Por ejemplo, Bezos de ha hecho con el control de algunos de los principales diarios de Estados Unidos, como el Washington Post por 250 millones de dólares, en una operación que no encaja con su actividad habitual ni los objetivos de negocio de Amazon.
Pero si hay un detalle que muestra la excentricidad de Bezos son los más de 40 millones de dólares que ha empleado en construir un reloj que será capaz de ‘dar la hora’ durante los próximos 10.000 años. Una aventura prodigiosa, que tiene como objetivo hacer pensar a la gente sobre el paso del tiempo y la evolución de la civilización humana, que estará bien resguardada en su mansión de Texas.
Los 5 sitios más extraños en los que están guardados tus datos
Cuando usamos un servicio cualquiera de Internet, toda la información relacionada se guardan en servidores, que conforman centros de datos, grandes instalaciones diseñadas especialmente para mantenerlos.
Y es que cuando juntas muchos servidores en un solo sitio, empiezan a aparecer necesidades que no puede cubrir cualquier localización; por ejemplo, tienes que asegurarte de que cuenta con una refrigeración adecuada para que los procesadores y los discos duros nunca alcancen temperaturas críticas. Y por supuesto, necesitas grandes cantidades de energía para que todo funcione.
Normalmente los centros de datos están en sitios muy aburridos, como polígonos industriales, almacenes o lugares similares, ya que realmente en ellos no trabaja mucha gente, y es más importante dar a los servidores todo lo que necesitan.
Y luego hay momentos en los que a una compañía se le ocurre una locura, y monta un centro de datos en un lugar absurdo. Ahora vamos a repasar algunos de esos sitios especiales.
- En una fábrica de combustible nuclear
La ciudad alemana de Hanau iba a contar con una fábrica que produciría barras de uranio y plutonio enriquecido para ser usadas en plantas nucleares, pero no llegó a ponerse en marcha y acabó abandonada.
La compañía de Internet 1&1 decidió aprovechar la localización para montar sus servidores, usando energías de fuentes renovables.
- En una cueva debajo de una montaña
La compañía Iron Montain hizo honor a su nombre cuando decidió montar un centro de datos debajo de una montaña.
Más concretamente, es una mina de caliza de unas 400 hectáreas, conocida como la “Habitación 48”. Sólo hay una entrada y salida, por lo que está considerado como uno de los sitios más seguros del mundo.
- En el círculo polar ártico
Facebook decidió que necesitaba refrigerar mejor sus servidores, así que, ¿qué mejor que tirar lo más al Norte como sea posible? Así nació el “Node Pole”, que aunque no está en el mismo polo norte, sí que está cerca, en la localidad de Lulea en Suecia.
La instalación aprovecha perfectamente el duro entorno, obteniendo energía de los ríos cercanos y enfriando los componentes eléctricos con el mismo viento nórdico que sopla en la zona. Gracias a esto sólo necesita el 30% de los generadores que normalmente usa una instalación como esta.
- En una micronación que nadie reconoce
El Principado de Sealand es uno de los lugares más raros que existen. Es una plataforma marítima construida en la Segunda Guerra Mundial, que después de ser abandonada por el gobierno británico sirvió de base para que una familia se plantase en ella y se autoproclamase como un país. Desde entonces ninguna nación ha reconocido su existencia, y oficialmente forma parte del Reino Unido, pero eso no ha impedido a sus propietarios intentar hacer negocio con ella.
Durante la década de los 2000, aprovechando la subida del sector de la web, Sealand creó la compañía HavenCo que prometía servidores cuyos datos estarían a salvo de las autoridades de cualquier país, e incluso Pirate Bay se planteó comprarla. Pero en 2008 la compañía dejó de existir de la noche a la mañana, y desde entonces es sólo una curiosidad más que sumar a esta plataforma, aunque en 2013 hubo intentos de revivirla.
- Debajo del mar
Microsoft ha sido la última en experimentar con esto de montar un centro de datos en un sitio absurdo. En su caso ha sido el fondo del mar. El pasado agosto sus ingenieros colocaron una enorme cápsula en el Océano Pacífico, aunque la profundidad no fue mucha, apenas 10 metros.
Instructor Marcos Lambertucci (Fundación Libertad): “no hay que dar nada por sabido. Cada persona en el aula necesita su tiempo”
Seguimos recogiendo testimonios de los profesores de la Red Proydesa reconocidos por Cisco Networking Academy. En esta oportunidad dialogamos con Marcos Lambertucci, Instructor de la Academia Local Fundación Libertad de Rosario.
• ¿Cuándo comenzaste a estudiar las carreras de Cisco? ¿Por qué decidiste empezar a estudiar?
Comencé a estudiar la carrera Cisco CCNA en el año 2008 en la Academia Fundación Libertad, Rosario, donde actualmente dicto clases como instructor oficial de Cisco Networking Academy. Mis instructores estaban muy preparados y me ayudaron a formarme técnicamente y despertar mi interés por la docencia.
Decidí empezar a estudiar esta carrera debido a mi inclinación por la tecnología, sin saber muy bien en qué consistía la especialidad. A medida que avancé cada módulo, descubrí que dejaba de ser un hobbie para convertirse en una profesión.
Luego de aprobar el examen de certificación de CCNA Routing & Switching, surgió la posibilidad de formar parte de la academia local como instructor.
• Fuiste alumno de Fundación Proydesa. ¿Qué recordás de esa experiencia?
Las jornadas de capacitación en Fundación Proydesa son experiencias muy enriquecedoras donde podemos relacionarnos y compartir agradables momentos con colegas de Argentina y otros países.
Es muy valorable el trabajo de los instructores Pablo Telias y Daniel Constan, quienes nos aportan nuevas ideas para mejorar como instructores y profesionales.
• ¿Utilizás un determinado método para armar la clase o varía de acuerdo al grupo y el tema?
La carrera CCNA requiere de organización para poder brindarle a cada alumno de la clase un método de aprendizaje sistemático y, al mismo tiempo, abarcar todo el contenido de la currícula.
Dado que en cada grupo de alumnos varía el nivel de conocimiento, es necesario adaptar cada clase, según el tema y el grupo, para que quien está empezando en el mundo de networking pueda hacerlo a sus tiempos y quien ya trabaja de esto no se aburra. Nosotros, los instructores, debemos adaptarnos para lograr este equilibrio y mantener la dinámica de la clase donde todos participen.
• ¿Qué les recomendás a los alumnos que empiezan las carreras de IT en general y la de CCNA en particular?
Principalmente que no es necesario arrancar estas carreras teniendo conocimiento previo. Estamos viviendo un período de transformación digital donde cada uno de nosotros establece contacto con distintas tecnologías en su profesión y también en las actividades diarias. Los nuevos tipos de empleo que surgirán pronto necesitarán de especialistas en todas las materias con sólidos conocimientos informáticos.
Los que ya pertenecen a algún departamento de IT y cursan estas carreras, las aprovecharán para asentar conocimientos previos y seguir construyendo herramientas en un mercado laboral muy competitivo.
Puntualmente la carrera CCNA Routing & Switching nos da la base para comprender cómo la información es transmitida entre un dispositivo emisor y otro receptor, abarcando conceptos de seguridad, nube y resolución de problemas que profesionales de distintas áreas tendrán que afrontar y resolver en su vida diaria.
• ¿Tenés alguna anécdota como alumno o profesor que quieras y compartir?
Como alumno, recuerdo las jornadas intensivas de prácticas de networking que hacíamos algunos viernes por la noche al terminar las clases. Algunos de estos compañeros son amigos con los que trabajo.
Como instructor, el aula es un espacio único donde los alumnos depositan su tiempo y confianza. Se generan vínculos únicos e irrepetibles. Por solo mencionar una anécdota, recuerdo una clase donde en medio de una exposición bastante acalorada, un alumno me interrumpe y susurra: "disculpe profe, pero no entendí absolutamente nada". Sinceramente no sabía qué responderle. Instantes antes tenía la atención de ellos y todos asentían mis afirmaciones.
Ese día entendí que cada persona en el aula necesita su tiempo para procesar la clase. Que no hay que correr ni dar nada por sabido, que los alumnos deben preguntar y repreguntar hasta la mayor obviedad y que si ninguno se vuelve a la casa con dudas, la clase no fue exitosa.