Los desafíos de la educación no formal en la Agenda Digital
El 1er. Foro Argentino de Transformación Digital dejó sentadas las bases de la agenda para las políticas públicas tendientes a la modernización del país. Se trata de un hecho sumamente auspicioso para todos los que formamos parte del sector IT dado el reconocimiento expreso de que tenemos por delante un desafío de carácter multisectorial para tener éxito.
El diagnóstico consensuado sobre las necesidades de la Industria, planteado por representantes de los sectores Estatal y Privado, es la base fundamental para comenzar a llevar adelante acciones sustentables que permitan desarrollar las TICs. Para que esto suceda debemos profundizar la conexión del mundo académico con el laboral.
Es un hecho ya sabido que la demanda de puestos de trabajo en Tecnología no está cubierta al cien por ciento desde hace al menos más de una década y si bien se realizaron planes y políticas desde los Ministerios de Educación y Trabajo para fomentar el ingreso de miles jóvenes al Sector, el constante avance tecnológico exige una actualización permanente de saberes, habilidades y competencias que promueven una constante reformulación de estrategias para que la brecha de los recursos humanos calificados entre la oferta y la demanda no se amplíe.
En este marco es donde las Organizaciones del Tercer Sector, como puentes entre el Estado, el sector Educativo y las Empresas, podemos ser un agente catalizador para aumentar las opciones de acceso a través de la Educación No Formal, con carreras respaldadas por las principales empresas del mundo y de rápida inserción laboral.
Una propuesta que, lejos de competir con las carreras técnicas tradicionales, las complementa con saberes específicos que se imparten incluso dentro de Universidades e Instituciones de Educación Superior Públicas y Privadas, con estándares de calidad internacionales y muchas prácticas en máquinas virtuales, emuladores de última generación, barreras de seguridad informática y uso de equipamiento real, tratando de adaptar estas prácticas a las que tendrán que resolver en un mundo laboral de alta complejidad.
Sabemos que más del ochenta por ciento de las empresas del sector son PYMES fruto de la audacia y el coraje de emprendedores. Continuar con este proceso de formación y actualización constante implica una tarea dura pero apasionante.
Pasar de la “Sociedad de la Información” a la “Sociedad del Conocimiento”, como se estipuló en el Foro de Transformación Digital, requiere una sinergia especial entre el Sector Estatal, Empresario y Educativo, un camino que en Fundación Proydesa, como ONG, llevamos años recorriéndolo y esperamos estar a la altura de este nuevo desafío para aportar nuestro grano de arena.
Fuente: Canal-Ar
El museo de las futuras generaciones
Seguramente alguno de tus amigos tuvo uno de estos y quizás lo recuerdes por el juego de la viborita.
¿Netflix? Antes las películas no estaban en ninguna nube. Venían en cintas contenidas en paquetes como este.
Seguramente lo recordás. Tenías que apretar el botón blanco y el agua impulsaba los aritos que se insertaban en una varita. Era tan desestresante...
¿Quién no amaba colocar el dedo en el número 9 y llevar el disco ida y vuelta?
¿Recordás este? Seguramente fue uno de tus juguetes favoritos en la post infancia...
Y sí, amábamos recorrer sus pasillos y ver la infinidad de películas que tenían en sus estanterías.
Maquinitas. Tal vez es tiempo de que salgas a buscar alguna de estas...
¿Visto? En aquel entonces nadie iba a poder ignorarnos, o iba a tener que aguantarse un concierto de zumbidos...
Y tambien existieron los cassettes...
El día que hackearon a Marconi, el inventor de la Radio
Mientras Marconi realizaba demostraciones y daba conferencias no dejaban de surgirle moscas cojoneras que investigaban también la radio y querían su «parte del pastel» en el terreno de la novedosa comunicación sin hilos. Además de su eterna Némesis en ese terreno, Nikola Tesla, también había un mago llamado Nevil Maskelyne que andaba en el mismo negocio. Como sabemos por la historia, Marconi se llevó al final el mérito – más que nada por su contribución a la popularización del invento y por haber seguido la senda correcta y práctica.
Maskelyne era un tipo jocoso, de modo que dedicó parte de su tiempo a hackear el invento de Marconi y preparó una especie de «broma» (más bien, lo que hoy en día sería una troleada) cuando el inventor italiano iba a realizar una demostración en la Royal Institution británica. Se trataba de una transmisión desde más de 500 km para demostrar la potencia de su invento, cuyas señales se recibirían en un salón donde el ingeniero electrónico John Ambrose Fleming le serviría de colaborador. Además dijo que «nadie que conociera los ajustes podría recibir los mensajes».
Pero justo antes de la demostración empezaron a oírse ruiditos en el altavoz: eran señales en código morse que se decodificaban como «ratas, ratas, ratas…», frases satíricas de Shakespeaere y otras absurdeces. Los asistentes que se percataron se quedaron un tanto asombrados. Por suerte los extraños mensajes se acallaron antes de que empezara la charla.
Lo que había sucedido era que el tal Maskelyne había «interceptado» la comunicación emitiendo a toda potencia desde un teatro cercano al salón de actos de la Royal Institution. Hoy en día el equivalente sería como instalar una de esas emisoras piratas de radio o TV a toda potencia y hacerlo con una señal de amplio espectro, ocupando todas las frecuencias (en aquella época nadie transmitía nada, así que estaba todo libre). Dicen que quizá hubiera incluso estropeado todos los receptores que hubiera en varios kilómetros a la redonda. En realidad no sabía qué frecuencias estaba usando Marconi, pero logró chafarle la demo – aunque sin consecuencias ni daños reales. Algunos lo llamaron «hooliganismo científico».
Dicen los que saben más sobre el invento y esa época que esto mismo fue un poco lo que pudo sucederle a Nikola Tesla pero por parte del propio Marconi, cuando ambos desconocían las invenciones del otro pero hacían pruebas con sus aparatos.
Tesla llegó a creer que recibía mensajes inteligentes con números y secuencias (quizá algo parecido al morse) y supuso que como él era el único en el planeta con una emisora y un receptor de su propia invención, solo podían proceder del exterior, quizá de algún otro planeta, donde «seres extraterrestres» intentaban comunicarse con nosotros. La potencia que se usaba era bastante grande, lo mismo que las frecuencias. Corría el año 1901. No se percató de que igual era un tal Marconi haciendo pruebas con su «otra» radio.